jueves, 28 de enero de 2010

Días 12 y 13: Ver - dura

No sé si es que me estoy pasando con los platos (aunque sigo en cetosis) pero el caso es que me estoy quedando sin reservas de verduras. Voy todos los sábados al mercado y compro un montón. Pero aun así, ya sólo me quedan calabacines y un triste pimiento en la nevera. Tengo en el congelador espinacas y brócoli, eso sí, pero alucino con lo rápido que se me termina todo. Sólo me queda una crema de champiñones y, la verdad, es que la estoy reservando como si fuera una joya, una delicatessen. El otro día se me ocurrió probar la crema de espárragos y picatostes y no sabía a nada (y eso que la hice con caldo de coliflor). No me quiero ni imaginar cómo será la crema de tomate o el gazpacho. Tienen pinta de estar chungas, no sé por qué. El caso es que se me van acabando las otras cosas y ahí van quedando ésas... ahí, olvidadas. Tarde o temprano me las tendré que comer, lo sé. Pero bueno, hay que probarlo todo para luego poder hacer un pedido con todo lo que me gusta. Por ejemplo, ayer me sorprendió el yogur de plátano y almendras, que estaban caramelizadas. Estaba muy rico y nunca se me hubiera ocurrido pedirlo (estaba en el surtido de postres de yogur que me pidió el médico). Vete a saber, con la misma el gazpacho de sobre me encanta (lo dudo :P ).

martes, 26 de enero de 2010

Día 11: La hora de la verdad


Han pasado 10 días y finalmente había llegado la hora de pesarse. Me fastidiaba tener hora a las 16.30 porque tendría que pesarme recién acabada de comer, y también estar en los días previos a la regla, cuando se supone que se retienen más líquidos y es más difícil que se refleje el peso perdido. El caso es que me pesé. Y había perdido... ¡¡¡ 5,100 kg!!! La verdad es que fue una sorpresa para mí. Esperaba bajar, pero no tanto. Mi médico estaba también muy contento, con una sonrisa de oreja a oreja. Sé que la próxima semana no bajaré tanto, pero lo importante es seguir haciéndolo bien, como lo estoy haciendo. :) 

domingo, 24 de enero de 2010

Días 8 , 9 y 10: Fin de semana de retos

El título elegido para este post no es nada exagerado, os lo aseguro. El viernes tenía una fiesta de cumpleaños de mi amigo E. Suponía toda una prueba de fuego para mí por la cuestión de la dieta. El primer reto fue que hice un bizcocho para llevar a la fiesta. A mí el dulce no me tienta especialmente y los ingredientes en crudo (harina, huevo, yogur, azúcar, levadura...) tampoco suponían un peligro. Lo hice y no hubo problema.
Luego me preparé bien para no pecar durante la fiesta con varios trucos: cenar en casa, comer Torsadines boloñesa que me encantan, comerme una buena cantidad de verduras que me dejasen saciada, y llevarme una bolsita de snacks de queso por si se alargaba la noche y me entraba el hambre.
Así lo hice. Primero, claro está me cociné un brócoli al microondas con lo habitual (pimentón de la vera, sal Maldon y un poco de aceite); luego me comí pimientos verdes con un toque de curry; y luego los torsadines. Al llegar a la fiesta la verdad es que estaba muy llena. Pero cuando pasó por delante de mí una bandeja de nachos con guacamole, nata, frijoles y carne molida casi me caigo de culo. Menos mal que en realidad no tenía hambre. Si no no sé si hubiera podido aguantar. En fin, que me pasé la noche alejada de la mesa, en la zona de los sofás. Se me hizo más duro, y nunca lo habría imaginado, no estar tomando algún refresco o algo que también me llenara. Al parecer no se puede tomar ni coca cola (light o de ningún tipo) ni bebidas con gas. Y claro... estar 3 horas en una fiesta bebiendo sólo agua deprime un poco. Pero bien, lo llevé dignamente. Los snacks de queso me supieron a gloria y me ayudaron a aguantar un poco más.
Al día siguiente, después de clase, pasé por el mercado. Compré coliflor, brócoli, calabacines, pimientos, champiñones, varios tipos de lechuga... y orégano y albahaca a granel. Esa tarde también tenía planes: a las 18.00 ir a ver el partido del Gran Canaria de Baloncesto, y luego a las 20.30 horas, acudir al concierto en el Auditorio de la London Philarmonic Orchestra, con una pianista de lujo, Mitsuko Uchida. Así que me llevé un tupper con unos creppes, que merendé en la media parte del encuentro, y una tortilla, por si se les ocurría a mis amigos ir a cenar y yo tenía que improvisar. El Granca ganó en un partido de infarto y el concierto estuvo muy bien, sobre todo por la solista japonesa. Al terminar mi amigo J. recibió una llamada de unos conocidos que estaban en una pizzería empezando a pedir para cenar. Me armé de valor y él y mi amiga M. me acompañaron al coche y allí me comí mi tortilla, acompañada de un par de grisines. De ahí llegamos a la pizzería y con la excusa de "yo ya he cenado", me pasé la cena tomando agua mientras ellos se compartían una ensalada de pollo, un carpaccio de buey, y dos pizzas que olían muy bien. Todavía no entiendo cómo pude aguantar eso. Intentaba mirar a los ojos de los de la mesa, evitar la mirada al plato de pizza, e intentaba llenarme con agua. Al salir del restaurante mis amigos querían ir a un concierto, en un bar de copas. Pero entre que estaba cansada y que me deprimía la idea de seguir más horas bebiendo agua y sólo agua, decidí irme a mi casa. Bastante había aguantado. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue asaltar la bolsita de snacks de queso. Benditos sean.

Hoy domingo me levanté temprano y estuve haciendo caldo de coliflor para tenerlo para las creppes, los risottos y las tortillas, que así están más sabrosos.Desayuné mis tostadas y me comí, además de la coliflor hervida, un risotto de gambas que me quedó en su punto. Por la tarde me comí 6 snacks de queso porque me parecía muy pronto para merendar. Y la cena prevista es ensalada y luego una crema de champiñones, que me encanta.
Mañana lunes es el gran día. Tengo cita con el médico para pesarme. :S

jueves, 21 de enero de 2010

Día 6: Bienvenida Mrs. Cetosis


Ayer fue un día suavecito. Decidí tomarme las cosas con más calma e intentar no estresarme ni con la dieta ni con nada. Mi presión estaba bien. Le comenté a la ATS mi duda con lo de la pastilla de sodio y me recomendó que sólo me tomara la de la hora de la comida, porque por la noche se asimilaba más la sal. Me comí la ya habitual crema de cereales acompañada de una infusión de té negro y rooibos y llené con esa mezcla un termo de Starbucks que me regaló mi amiga A. A media mañana me tomé un Diet Up, que no se mezcló demasiado bien (tendré que hacer gimnasia de brazos o algo...) y aguanté bien hasta la hora de comer. Ahí me esperaba un brócoli al microondas con sal Maldon y pimentón de la Vera (como en la próxima visita mi médico me diga que no lo puedo usar me da algo), y una creppe de jamón, a la que, en lugar de ponerle agua, le puse caldo de brócoli que tenía hecho ya en la nevera. La verdad es que me supo. Y me decidí a comprobar, por fin, si ya estaba en cetosis. Compré Antiracetona, que viene con 50 tiras para medirla en la orina. Esperé 15 segundos y..... Siiiiii!!! Según el color que indicaba en las instrucciones, era un nivel máximo de cetosis. Así que me sentí muy bien, sobre todo por saber que al menos lo estaba haciendo todo bien.
Después de la buena noticia me dediqué a estudiar francés ya que tengo un examen mañana. Antes de irme al trabajo de nuevo me comí para merendar un postre de yogur de pera straciattella (qué manía con lo italiano) que estaba bastante, bastante... repugnante. Era muuuy dulce, empalagoso. Puaj puaj. Salí a las 22.00 de trabajar y una vez en casa me preparé un risotto de gambas (muy rico) y una ensalada de lechuga romana. Al aliñar la ensalada no sé qué pasó que me equivoqué y cogí el vinagre de arroz que uso para platos japoneses. ¡Horroooor! no me tocó más remedio, por si acaso, que volver a poner la lechuga en el colador y lavarla bien otra vez. La verdad es que tenía bastante hambre, porque era ya muy tarde (habían pasado 4 horas desde que había comido algo) y disfruté la lechuga como si de un manjar se tratara.

miércoles, 20 de enero de 2010

Días 4 y 5: sodio, sal, hipertensión?


El lunes fue bastante cómodo. Me levanté pronto para ir a la clínica a hacer la ecografía abdominal. Todo bien, "la vesícula limpita", dijo el médico. Caminé un rato después de eso y me fui al trabajo. Por la noche probé la crema de champiñones, que está muy rica y muy bien conseguida.
El problema vino el martes. Resulta que yo tenía una reunión a las 9 de la mañana y me puse el despertador a las 7.10 para que me diera tiempo a caminar, desayunar y prepararme con tiempo. El despertador sonó, lo apagué y me desperté enseguida (o eso pensé yo). Al mirar el reloj de la cocina vi las 7.15. Me puse mi ropa de deporte y me fui a caminar de nuevo. A mitad de camino fue cuando vi uno de esos relojes grandes, en medio de una rotonda. Las 8.18 ponía. Pensé, ilusa de mí, que estaba equivocado. Y seguí caminando como si nada. Lo cierto es que el sol estaba ya asomando, lo que me extrañó por la hora que supuestamente era. Otro reloj de esos me sacó de mi equívoco. Eran las 8.25. Y entonces fue cuando me puse a caminar como una moto, o como un velocista, lo que sea. Pregunté la hora a unas señoras para reconfirmar y, sí, efectivamente. Tuve que correr a toda leche para llegar a mi casa a las 9.40, ducharme, vestirme y desayunar rápido, llenarme el termo con la infusión de té negro y rooibos, y avisé por teléfono a los de la reunión para que supieran que llegaba tarde. Llegué al sitio a las 9.12. Sudé la gota gorda durante todo el encuentro y luego me fui al trabajo. Una vez allí, dejé pasar media hora y me comí dos galletas con un poco de infusión. Y entonces fue cuando empecé a marearme.
Después de pasar un rato y, al ver que no se me quitaba el mareo, fui al servicio médico de mi trabajo. La ATS me tomó la tensión y se le pusieron los ojos como platos. "No te voy a decir cómo la tienes, te estás aquí un momento secuestrada", me dijo. Pasaron apenas 5 minutos y me tomó la tensión de nuevo en los dos brazos. Tenía 12 8, perfectamente normal. En 5 minutos había pasado de "17 11" a 12 8. "Es increíble", aseguró ella. Diagnóstico: estrés, estrés y estrés.
Estaba claro que no podía forzar la máquina. Y me asaltaron las dudas. ¿Qué hacía con las pastillas de sodio? Se supone que el sodio, la sal, sube la tensión. Intenté localizar a mi médico y hasta que no me puse un poco borde con las de la clínica y les conté lo de la hipertensión, no hubo manera. Finalmente él me llamó. Le comenté el tema, se quedó preocupado. Le pregunté si debía reducir las pastillas de sodio (2 al día me estoy tomando) y me dijo que sí. Igualmente aproveché para consultarle algunas otras cosas y, al final de la conversación, le volví a decir: "entonces me tomo o no me tomo las pastillas de sodio?". Y me dijo: "sigue tomándotelas y reduce la sal en las comidas". ¿? Me quedé en 33. No se supone que el sodio es sal? No es más lógico que me quite alguna de las pastillas y que yo siga poniendo la poca sal que pongo en las verduras que me como todos los días? Como siempre he acudido a internet y, claro, la confusión es todavía mayor. También me dijo que el curry subía la tensión, y en una página lo recomiendan como sustitutivo de la sal para la gente hipertensa. En fin, que no sé qué pensar. Yo soy consciente de que es el estrés y los nervios (trabajo, clases, exámenes, reuniones, ejercicio, dieta) lo que ha hecho que me suba la tensión. Pero no entiendo del todo por qué sí debo tomar 2 pastillas de sodio y en cambio reducir la sal en la comida (que además uso sal marina, sal Maldon para más datos). Si hay algún médico por ahí se agradecería la aclaración.
P.D. Ya me han pedido las tostadas.. Allelluyahhh

domingo, 17 de enero de 2010

Días 2 y 3: La vida pendiendo de... una sartén


El sábado me levanté bastante animada, con hambre pero sin mucha ansiedad. Me hice de nuevo la crema de cereales y el té con leche. Me fui a clase de japonés y, para el intermedio, me comí 6 grisines. A media mañana me empezó a doler un poco la cabeza y me mareé un poquito. Me tomé un efferalgan y, aparentemente, se me quitó todo. Fui andando de clase a mi casa y pasé por el mercado, comprando provisiones de las verduras permitidas (apio, brócoli, col verde, espinacas, acelgas, calabacines, champiñones, berros, pimiento verde y lechugas). Una vez en la cocina, me preparé los Torsadines boloñesa que estaban muy ricos, acompañados de una ensalada variada con lechuga romana, rizada, berros, pimiento verde y un champiñón fresco. Todo aliñado con una vinagreta de aceite de oliva virgen extra, el jugo de medio limón, una cucharada de vinagre de vino blanco y sal. Disfruté un montón comiendo e incluso me entró sueño.
Por la tarde fui a dar una vuelta y a comprar con mis amigos J. y Y. En Carrefour conseguí una sartén antiadherente Magefesa por sólo 4,5 euros! Por fin podría hacer los creppes sin que se pegaran! Pero al pasar por la panadería y delante de las empanadas, mi apetito visual se despertó... y tuve que dar media vuelta. Mi amigo J. estaba empeñado en comprar fruta y no sé qué más.. y yo me negué a acompañarle. Me refugié en un pasillo donde estaban las máquinas de gimnasia (qué ironía) y me senté en una de ellas. Abrí mi bolso y saqué dos galletas, una de almendra y otra de naranja (mejor la segunda que la primera). Me calmé y me quedé bastante saciada.
Pero parece que no lo suficiente, porque le solté una buena a mi amiga Y., que estaba colocando la famosa sartén en el carro... Mi temor a que se rayara me hizo decir: cuidado que no se raye! (de eso dependía mi supervivencia) . Y claro, se lo tomó mal porque, al fin y al cabo, no iba a pasarle un tenedor... eso desembocó en una discusión idiota, que aderezada con mi irritabilidad me hizo plantearme si realmente debería haber salido de casa. Afortunadamente la cosa se calmó y fuimos a tomar algo... Yo me tomé un rooibos con aroma a yogurt y caléndula... y al final llegué a casa a las 22.00 y, lo curioso, es que no tenía hambre. Igualmente volví a repetir los calabacines con cúrcuma y me hice 3 creppes sabor jamón!! No se pegó ninguna...
Hoy domingo he probado el postre de yogur como desayuno... y... prefiero la crema de cereales, la verdad. A media mañana, mientras arreglaba la cocina, que estaba hecha un desastre después de tantos experimentos culinarios, me tomé un Diet Up de vainilla que no estaba mal. Aproveché para hervir brócoli y guardar el caldo.
Para almorzar, y después de dejar mi casa entera como los chorros del oro, comí brócoli con un poco de ajo en polvo y pimentón de la Vera (ése que sabe a chorizo... ya que estamos comiendo sucedáneos... pues yo aporto los míos). Luego una tortilla de jamón muy rica (que tampoco se pegó). A media tarde me comí otra tortilla, ésta paisana. Y me fui con unos amigos a tomar algo. Primero rooibos y luego menta poleo. Ahí me sentí un poco débil... de ánimo más que nada. Me cuesta pensar que no voy a comer ciertas cosas en mucho tiempo... y eso que estoy mentalizada.
Al llegar a casa, me preparé la cena.Me tomé una tacita de caldo de brócoli, calabacines con cúrcuma, y risotto con pollo a la provenzal. Este risotto sí estaba aparente. Lo apuntaré en mi próximo pedido. Ah, por cierto, cuando digo risotto imagínense un vasito como los de Brillante pero con una pasta de sémola con forma de granos de arroz. Lo que pasa es que al decirlo en italiano... parece que tiene que ser la hostia.
El caso es que ahora, frente al ordenador, tengo una sensación de vacío de estómago tremenda... A ver cuándo llega la maldita cetosis, que se supone que tiene que calmarme el hambre.

viernes, 15 de enero de 2010

Día 1: Organizándome y haciéndome a la idea

Buenas. Este pretende ser un blog diario en el que contaré mis experiencias con la dieta cetogénica proteica, en concreto la de la marca Protèifine. Sé que hay foros donde la gente comenta sus cosas, pero yo he preferido hacerlo así por si le es de utilidad a alguien y también, por qué negarlo, para animarme a seguir haciéndolo.

Mi historial con las dietas se remonta a los 15 años cuando con 73 kg y 1,68 de altura empecé mi primer régimen. La verdad es que, si llego a saberlo, no hubiera empezado. Ése fue el inicio de mi ansiedad por comer, ante la privación o limitación que imponía esa primera dieta. Sí es cierto que siempre he sido de comer cantidad y de picar también, sobre todo por aburrimiento. Pero la verdad es que en esa época yo me veía gorda, estaba acomplejada, y creía que mi autoestima dependía exclusivamente de mi peso.

Han pasado 19 años y sigo midiendo 1,68 pero peso 112,5 kg. He probado dietas hipocalóricas, disociativas, de todo un poco. Las cetogénicas las había probado pero al estilo Montignac, con demasiado abuso de las grasas y las proteínas animales. Hace un tiempo alguien me habló de un sistema, también basado en la dieta cetogénica, pero con unos sobrecitos para hacerse unas creppes. Investigando, investigando, comparé las diferentes opciones que me ofrecía el mercado y al final me decidi por Protèifine.

Después de ir al médico, hacerme analítica completa de sangre, hormonas, orina, e incluso un electrocardiograma, hoy comencé con la famosa dieta. Para empezar mi doctor, que tiene que autorizar el pedido que yo luego hago a la marca por teléfono, se olvidó de pedirme las tostadas, algo que para mí es básico. Noy soy de dulces, para bien o para mal, y para mí desayunar salado es algo habitual.

Pues bien, ante este despiste de mi médico, y después de haber caminado a toda leche por la avenida marítima de mi ciudad durante 40 minutos, hoy me ha tocado desayunar una especie de crema de cereales que, aunque no estaba mal, tenía un punto demasiado dulce, para mi gusto. Eso acompañado de un té con una leche en sobre que, a mi parecer, tiene más glúcidos que la leche de soja que yo suelo tomar (cosa que le voy a comentar al doctor, por cierto, ya que los productitos en cuestión son bastante caros).

A media mañana me he comido dos galletas de almendras que bueno, pse, si te gustan las galletas con la misma te puedes llegar a creer que lo son. Me ha costado llegar al almuerzo sin notar un vacío en el estómago. He aguantado estoicamente y me he cocinado pimiento verde con champiñones y una creppe de bacon y queso que, aunque tenía buena pinta, se me ha pegado en la sartén. Usar tan sólo una cucharada de aceite al día tiene esas cosas. Y si encima tienes una mierda de sartén como la mía, todavía más (otra tarea: comprar nueva sartén antiadherente, de superteflón).

A media tarde me he tomado un Diet Up, una especie de batido, que estaba rico. Pero he tenido que aguantar hasta las 22.00 para poder cenar. Me he preparado 2 calabacines al microondas con cúrcuma y una pizca de sal, y luego un supuesto risotto de champiñones que, si no llego a mezclar con setas de verdad me hubiera parecido que comía pienso :P

Me he ido a la cama con cierto mareo. Pero un capítulo de Heroes me ha ayudado en pensar en otras cosas y finalmente, me he dormido. Ya veremos qué tal mañana.