viernes, 15 de enero de 2010

Día 1: Organizándome y haciéndome a la idea

Buenas. Este pretende ser un blog diario en el que contaré mis experiencias con la dieta cetogénica proteica, en concreto la de la marca Protèifine. Sé que hay foros donde la gente comenta sus cosas, pero yo he preferido hacerlo así por si le es de utilidad a alguien y también, por qué negarlo, para animarme a seguir haciéndolo.

Mi historial con las dietas se remonta a los 15 años cuando con 73 kg y 1,68 de altura empecé mi primer régimen. La verdad es que, si llego a saberlo, no hubiera empezado. Ése fue el inicio de mi ansiedad por comer, ante la privación o limitación que imponía esa primera dieta. Sí es cierto que siempre he sido de comer cantidad y de picar también, sobre todo por aburrimiento. Pero la verdad es que en esa época yo me veía gorda, estaba acomplejada, y creía que mi autoestima dependía exclusivamente de mi peso.

Han pasado 19 años y sigo midiendo 1,68 pero peso 112,5 kg. He probado dietas hipocalóricas, disociativas, de todo un poco. Las cetogénicas las había probado pero al estilo Montignac, con demasiado abuso de las grasas y las proteínas animales. Hace un tiempo alguien me habló de un sistema, también basado en la dieta cetogénica, pero con unos sobrecitos para hacerse unas creppes. Investigando, investigando, comparé las diferentes opciones que me ofrecía el mercado y al final me decidi por Protèifine.

Después de ir al médico, hacerme analítica completa de sangre, hormonas, orina, e incluso un electrocardiograma, hoy comencé con la famosa dieta. Para empezar mi doctor, que tiene que autorizar el pedido que yo luego hago a la marca por teléfono, se olvidó de pedirme las tostadas, algo que para mí es básico. Noy soy de dulces, para bien o para mal, y para mí desayunar salado es algo habitual.

Pues bien, ante este despiste de mi médico, y después de haber caminado a toda leche por la avenida marítima de mi ciudad durante 40 minutos, hoy me ha tocado desayunar una especie de crema de cereales que, aunque no estaba mal, tenía un punto demasiado dulce, para mi gusto. Eso acompañado de un té con una leche en sobre que, a mi parecer, tiene más glúcidos que la leche de soja que yo suelo tomar (cosa que le voy a comentar al doctor, por cierto, ya que los productitos en cuestión son bastante caros).

A media mañana me he comido dos galletas de almendras que bueno, pse, si te gustan las galletas con la misma te puedes llegar a creer que lo son. Me ha costado llegar al almuerzo sin notar un vacío en el estómago. He aguantado estoicamente y me he cocinado pimiento verde con champiñones y una creppe de bacon y queso que, aunque tenía buena pinta, se me ha pegado en la sartén. Usar tan sólo una cucharada de aceite al día tiene esas cosas. Y si encima tienes una mierda de sartén como la mía, todavía más (otra tarea: comprar nueva sartén antiadherente, de superteflón).

A media tarde me he tomado un Diet Up, una especie de batido, que estaba rico. Pero he tenido que aguantar hasta las 22.00 para poder cenar. Me he preparado 2 calabacines al microondas con cúrcuma y una pizca de sal, y luego un supuesto risotto de champiñones que, si no llego a mezclar con setas de verdad me hubiera parecido que comía pienso :P

Me he ido a la cama con cierto mareo. Pero un capítulo de Heroes me ha ayudado en pensar en otras cosas y finalmente, me he dormido. Ya veremos qué tal mañana.

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